lunes, 25 de noviembre de 2013

Pemex no es como lo pintan (II)

Por: Armando Enriquez 
En un artículo anterior decíamos que si la reforma energética, misma que entonces no conocíamos, se centraba en sólo permitir inversión privada en PEMEX, sería una reforma coja, ya que se requiere que el sector energético se transforme de un esquema monopólico a uno de libre competencia.

Ahora que conocemos la propuesta de reforma del gobierno federal, podemos asegurar que, de ser aprobada en esos términos, será una reforma coja y mediocre, una reforma que a pesar de prometer mucho, sólo vende humo.

Participación del sector privado en exploración y extracción de hidrocarburos

En este punto, el gobierno cometió la gaffe de proponer que “el Artículo 27 Constitucional vuelva a decir lo que el Presidente Lázaro Cárdenas dejó escrito, palabra por palabra”. Asimismo, propone modificar el Artículo 28 Constitucional, con el fin de eliminar los monopolios que ejercen PEMEX y CFE en los mercados energéticos.[1]

La propuesta del gobierno es la de implementar la poco práctica figura de los contratos de utilidad compartida, mediante el cual el gobierno y las empresas contratadas comparten los rendimientos netos resultantes de los ingresos obtenidos por la comercialización en el mercado internacional de los hidrocarburos extraídos, menos el costo de exploración y producción y los derechos pagados al gobierno (la famosa renta petrolera).

Un esquema así requeriría de una puntual auditoría de costos por parte del ente regulatorio (de manera preferente, de la Comisión Nacional de Hidrocarburos) con el fin de la determinación final de los rendimientos a compartir entre las empresas y el gobierno; por tal motivo el esquema es sumamente inusual, y no es implementado en los principales países productores de crudo y gas, como Arabia Saudita, Estados Unidos, Canadá, Emiratos Árabes Unidos, Noruega, Venezuela, Argelia o Brasil.[2]

Por el contrario, un esquema  de licencias o concesiones sería más sencillo de implementar, además de ser más atractivo para las empresas, dado un escenario donde los principales bloques a asignar serían de recursos no convencionales (shale oil/gas, tight gas, coalbed methane) o aguas profundas, en donde se estima que están las mayores reservas de hidrocarburos en México.[3]

Bajo un esquema de licencias o concesiones, el concesionario paga regalías sobre los hidrocarburos extraídos en el bloque licitado y la propiedad de los hidrocarburos se determina en boca de pozo. Asimismo, las licencias brindan derechos comerciales para las empresas, con lo que el gobierno sigue siendo el propietario original de los derechos minerales, pero el concesionario es libre de comercializar y registrar en sus libros contables las reservas probadas de los bloques asignados.

Un esquema de licencias tiene varias ventajas sobre uno de contratos de utilidad compartida: es más sencillo de implementar, ya que evita la discusión sobre los recursos para cubrir costos (cost oil/gas) y los recursos para cubrir utilidades (profit oil/gas). Además es mucho más atractivo para las empresas, ya que tienen más atractivo que los contratos de utilidad compartida, y ni que decir de los contratos integrales actuales (véase, por ejemplo, el fracaso que ha resultado el esquema de asignaciones de estos contratos en el activo Aceite Terciario del Golfo, mejor conocido como Chicontepec).

Adicionalmente, el esquema propuesto por el gobierno adolece de falta de transparencia y competencia en el proceso de asignación de bloques. Mientras que en un esquema de licencias las empresas interesadas participan en subastas para la asignación de bloques, siendo el ganador quien garantice el mayor porcentaje de regalía para el gobierno (garantizando así la maximización de la renta petrolera), el gobierno propone un esquema en el cual PEMEX participaría en una llamada “ronda cero”, en el que la empresa paraestatal escoja primero los bloques que considere más atractivos, dejando la explotación de otros bloques a las demás empresas. Claramente un esquema así, además de ser poco o nada atractivo para la inversión privada, no es transparente y resulta anticompetitiva para el mercado de extracción.

¿Realmente bajarán los precios del gas y la electricidad?

Uno de los beneficios más cacareados por el gobierno en un escenario de reforma energética es el de la baja en los precios del gas natural, y por consiguiente, el de la electricidad.

La razón es que, según el gobierno, una reforma energética implicaría una mayor producción de gas natural y por consiguiente, su precio bajaría, ya que “no se tendría que importar gas caro”. No hay razón para pensar que esto sea así: un esquema de contratos de utilidad compartida no garantiza que haya más producción de gas en pozos de gas no asociado (Burgos, Jujo-Bellota), y mucho menos en yacimientos no convencionales o aguas profundas (Aceite Terciario del Golfo, Cuencas de Tampico-Misantla y Sabinas, Lakach).

Adicionalmente, el precio del gas natural en México depende del marcador de Norteamérica, conocido como Henry Hub. Dicho marcador se ha mantenido en los últimos dos años muy cerca de los 3.50 dólares por millón de BTU, pero esto no tiene que ser así en el futuro cercano. Los precios futuros del marcador Henry Hub para los siguientes 3 años indican una clara tendencia a la alza (Figura 1)

Fuente: Henry Hub Natural Gas Futures. CME Group al 24/11/2013


Más aún, actualmente existen proyectos para la importación de gas natural por ducto que permitirán incrementar la capacidad de importación en cerca de 2,860 millones de pies cúbicos diarios,[4] lo que casi duplicaría la capacidad de importación actual (2,983 millones de pies cúbicos diarios[5]).

Lo anterior incrementará la integración de los mercados de transporte de gas natural en Estados Unidos y México, por lo que, de bajar el precio del gas natural, se deberá a una baja en el marcador Henry Hub, y no a la reforma energética.

Actividades de downstream. El diablo está en los detalles

Además de la participación de privados en las actividades de exploración y extracción de hidrocarburos (actividades en conjunto conocidas como upstream), la propuesta del gobierno incluye el otorgamiento de permisos para las actividades de refinación, procesamiento de gas húmedo y amargo y transporte de hidrocarburos distintos al gas natural, actividades en conjunto conocidas como downstream (el transporte de gas natural es una actividad no exclusiva de PEMEX desde 1995).

Esta propuesta es una mejora en sí misma respecto de la situación actual, pero como siempre, el diablo está en los detalles. La promesa por parte del gobierno de “no privatizar un solo tornillo de PEMEX”, además del enorme poder corruptor del Sindicato Petrolero impedirán que la paraestatal se desprenda de los activos que la harían un jugador dominante en los mercados de la refinación, el procesamiento de gas y el transporte de hidrocarburos. Bastan dos ejemplos para ilustrar este punto.

Como mencionamos anteriormente, el transporte de gas natural se encuentra abierto a la participación de privados desde 1995; sin embargo, Pemex-Gas y Petroquímica Básica tiene el monopolio del procesamiento de gas, además de una posición dominante en la capacidad de transporte por ducto. Ello ha inhibido la participación de jugadores privados en dicho mercado (crecimiento de la red de ductos de 18.3% desde 1995), lo que ha ocasionado la saturación de la red de transporte de gas natural.[6]

Ello ha ocasionado un grave desabasto de gas natural, por lo que Pemex-Gas y Petroquímica Básica tuvo que recurrir a la importación de gas natural licuado por vía marítima, a precios aproximadamente 5 veces más altos respecto del gas importado por ducto desde Estados Unidos (3.5 vs 16.5 dólares por millón de BTU).

Un esquema ideal para terminar con esta posición dominante de Pemex-Gas y Petroquímica Básica es vender sus centros procesadores de gas natural o su red de ductos, y subastarlos de manera tal que se asegure la libre concurrencia y competencia entre agentes. Asimismo, y ésta sí es una propuesta del gobierno, Pemex-Gas y Petroquímica Básica tendría que dejar de ser el gestor de la red de ductos, con lo que se eliminaría el triple papel que actualmente tiene (productor, gestor y transportista). Sin embargo, esto parece poco probable, dada la promesa gubernamental de “no privatizar un solo tornillo de PEMEX”.

Por otra parte, queda la duda de si las empresas interesadas en la refinación o procesamiento de gas para la producción de insumos petroquímicos (si es que las hay dado el esquema de contratos de utilidad compartida que no da certeza sobre la comercialización del crudo y el gas extraídos),  tendrán que contratar al personal de Sindicato Petrolero. Hay razones para creer que así será, dada la reciente experiencia de la asociación entre Mexichem y Pemex-Petroquímica en un proyecto de integración de la cadena cloro-sal-monocloruro de vinilo para fabricar tubos de PVC. En esta asociación, el Sindicato se aseguró la contratación de sus agremiados de manera posterior a la firma de la asociación, lo que de hecho inhibirá la posible inversión privada en este tipo de proyectos de downstream.   

Conclusión

El sector de hidrocarburos en México vive una situación desastrosa: monopolio gubernamental, altos niveles de corrupción, prácticas indebidas no sancionadas de manera puntual por los órganos reguladores (Comisiones de Competencia, Hidrocarburos y Reguladora de Energía), y mercados no integrados, lo que sin duda incide de manera negativa en el bienestar de los consumidores.

Una reforma energética en el sector hidrocarburos debería ir en el sentido de terminar con dicha situación; sin embargo, la reforma propuesta por el gobierno está lejos de revertirla, por los argumentos previamente realizados. Este escrito pretende, de manera modesta, contribuir a la discusión pública para lograr una reforma en hidrocarburos que en realidad haga que el mercado energético en México sea competitivo, profundo y bien regulado, en beneficio de los consumidores. Por lo pronto la actual reforma energética propuesta sólo vende humo.




[1] “Reforma Energética”. Gobierno de la República http://cdn.reformaenergetica.gob.mx/Reforma19Nov.pdf
[2] “World Rating of Oil and Gas Terms”, PFC Energy, Van Meurs Corporation and Rodgers Oil and Gas Consulting, 2011.
[3] “Tecnhically Recoverable Shale Oil and Shale Gas Resources: An Assessment of 137 Shale Formations in 41 Countries outside the United States”. Energy Information Administration, junio de 2013.
[4] “Gasoducto Sásabe-Guaymas”. CFE
http://www.cfe.gob.mx/Proveedores/3_Licitacionesprincipales/Paginas/Gasoducto-Sasabe-Guaymas.aspx y “Detalla Pemex avances del gasoducto Ramones Fase I”, La Crónica
[5] “Prospectiva del Mercado de Gas Natural 2012-2026”. Secretaría de Energía.
[6]Reforma Energética”. Gobierno de la República http://cdn.reformaenergetica.gob.mx/Reforma19Nov.pdf

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