lunes, 28 de octubre de 2013

Permiso para ser anarquista.

Por: Edmundo Castro
"como jóvenes perdidos,
antítesis vivientes del socialismo, los anarquistas se encuentran
integralmente en desacuerdo con la sociedad actual. Niegan la ley, y si
se alzan contra la autoridad de sus representantes, contra los actos de
gobierno, es porque afirman que quieren crear sus propias leyes,
encontrar en sí mismos la fuerza necesaria para vivir"
Émile Armand


Al parecer, las voces -autorizadas- de la izquierda (institucional) del país no están contentos con la actuación de los llamados anarquistas en las últimas marchas de la ciudad de México y han comenzado una sutil campaña de condenación y menosprecio; a continuación tres ejemplos recogidos de medios que se dicen estar del lado de las causas sociales:

  • Elena Poniatowska, en una entrevista hecha por La Jornada sentenció:: “Duele que los llamen anarquistas, porque los anarquistas son Durruti, los hermanos Flores Magón y el gran poeta portugués Fernando Pessoa. (...) Que los llamen terroristas o gente que no tiene nada que hacer en las manifestaciones, en nuestro país, ni en la izquierda ni en la derecha; son malhechores, hay que decirlo”.
  • En otra entrevista por el mismo medio, Héctor Castillo Berthier, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y director del Circo Volador, comentó: "Pero hoy, al ver a estas bandas que destrozan todo, lanzan bombas molotov, petardos y agreden a un policía que saben que les va a responder con golpes, no encuentro por ningún lado el anarquismo".
  • En el semanal El Chamuco, hasta realizaron un artículo, donde PaQuito Arrabal concluye: “Los auténticos anarquistas no andan con la mamada de taparse el rostro y adquirir, de manera fraudulenta, impunidad en una intervención social. Si no se declaran favorables a la política, tampoco rehuyen a sus compromisos en la hora de un golpe fascista o de una represión policiaca en las calles. Los auténticos anarquistas no andan apantallando con la ridícula languidez de sus bombitas molotov. No les gusta retratarse a la hora en que se lanzan, como ninjas, contra un escudo de granadero. Además, no ven lo esencial del anarquismo en las páginas mentirosas de la Internet, ni hacen un mito de las redes sociales; más bien, continúan la tradición del militante estudioso que curiosea en los mejores anaqueles disponibles”. 
¿Será que para estos personajes, las manifestaciones deben contar con un pliego petitorio impreso en bonitas publicaciones con nombre de un otrora periódico (paradójicamente) anarquista, deben recitar las -ya autorizadas y conocidas- consignas de “Zapata, vive, la lucha sigue” o “es un honor estar con López Obrador”, deben de marchar del Zócalo al Ángel de la Independencia (o viceversa) en días no laborales, deben de condenar el robo a la nación desde templetes equipados con plataformas de audio y pantallas, patrocinadas por las delegaciones del Distrito Federal?; tal parece que estos personajes, como dijera Camus, han colocado su sillón en dirección de la historia.

No debemos olvidar algunos sencillos datos, antes de negarles el poderse llamar anarquistas, a estos mal llamados "encapuchados":

  • el anarquismo en su concepción más básica es la negación y ausencia de la autoridad, por lo cual, en la mayoría de sus tendencias se han dedicado a combatir esta autoridad;
  • en los movimientos anarquistas ha estado presente la violencia contra la autoridad, principalmente, en España e Italia;
  • los hermanos Magón, en su Manifiesto para definir su actitud anarquista, llaman al "aniquilamiento de todas las instituciones políticas, económicas, sociales, religiosas y morales que componen el ambiente dentro del cual se asfixian la libre iniciativa y la libre asociación de los seres humanos".
Me queda la impresión que, estas voces sólo consideran auténticas las manifestaciones que cuentan con la venia del licenciado López Obrador, y por lo tanto deben ser respetadas. Lo cual no puede ser. No se puede conceder el monopolio de la manifestación y la disidencia a un personaje. Podremos estar en contra de las causas o peticiones de la manifestación, pero caemos en un error al condenar la protesta per se sin intentar conocer las causas o los incentivos que los motivan a su actuar. Y, más aún, no podemos negarles el derecho de auto llamarse anarquistas.

Finalmente, para conocer un poco de los porqués de estos condenados personajes, les dejo tres comunicados que han hecho públicos (aunque no se les haya dado la difusión necesaria):

"Alguien ha dicho que se requiere menos esfuerzo mental para condenar, que lo que se requiere, para pensar." Emma Goldman (sí, anarquista).

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